La Nit de San Joan en Barcelona

La capital de Cataluña es uno de los mejores lugares para celebrar la noche de San Juan. El solsticio de verano es una fecha mágica marcada por el fuego y el agua con los que purificarse en rituales hasta el amanecer. En los barrios de Gracià y Sants la música y el baile son protagonistas de la verbena, mientras que en la playa se forman las hogueras y los Diables de fuego recorren el centro de la ciudad. Las deliciosas cocas de Sant Joan son los dulces típicos que degustar en estas fechas, acompañado de una copa de cava para brindar por la noche más corta del año en la que todo es posible.

El solsticio de verano

La llegada del solsticio de verano ha sido desde tiempos inmemorables un motivo de alegría y celebración. Su importancia dentro del calendario solar es indiscutible.

Aunque el 21 de junio es el día en que el sol alcanza la máxima separación boreal astronómicamente hablando, es el día 24 en el que se celebra la llegada del verano por ser el día más largo del año, el que tiene más horas de sol. El día que abre la puerta a que empiecen a reducirse los días. En consecuencia, también tiene la noche más corta. Una tradición ancestral rodeada de misterio y fantasía.

Esta fiesta da comienzo al ciclo festivo del fuego y del agua, que finaliza hacia finales de julio siguiendo la tradición, que ya marcaron en época de la Antigua Roma las Neptunalias, un festival de dos días dedicado al dios Neptuno, dios de las aguas. Dentro de este periodo festivo tenemos que incluir también las festividades de Sant Pere (el 29 de junio) y de Sant Jaume (el 25 de julio), todas ellas precedidas de la correspondiente verbena. Cuando yo era pequeña decían que Sant Joan era la verbena de los pobres y la de Sant Pere la de los ricos, pero si queréis que os diga la verdad, nunca he sabido el porqué.

El fuego como elemento regenerador y purificador

Pero volviendo a la verbena de la Nit de Sant Joan, el fuego es un elemento de importancia capital. El fuego que regenera y purifica, el fuego que se relaciona directamente con la vida y con el sol, el fuego que nos alarga el día y con su luz no deja que llegue la noche.

En la Edad Media ya se encendían fogatas en la parte más alta de los campanarios y de las torres de las murallas para anunciar, allá donde llegaba el resplandor de las fogatas, que en aquel lugar se estaba celebrando una fiesta. Una tradición que con la llegada de la luz eléctrica derivó en el encendido de farolillos e iluminaciones extras, como las tiras de luces de colores tan habituales en las decoraciones actuales.

La Nit de Sant Joan está llena de propiedades mágicas. Recoger las hierbas del campo durante esa noche hace que aumente su poder medicinal y las plantas crecen con mayor vigor. Y como no podía ser menos… las brujas salen de sus escondites. Según antiguas creencias, esa noche (así como la de Sant Pere) hace que el agua tenga una virtud milagrosa, por lo que si te lavas la cara con agua de una fuente, se dice que tendrás el cutis fino todo el año. ¡Será cuestión de probarlo!

Una noche de propiedades mágicas

En Cataluña, una tradición campesina muy antigua decía que si una muchacha en edad casadera quería saber quién sería su futuro marido, tenía que tirar una gota de plomo fundido en un cubo con agua. Al contactar con el agua, el plomo adoptaba la forma de la herramienta con la que trabajaba el supuesto candidato. Por lo tanto, a partir del oficio se podía saber de quién se trataba.

Otras características propias de esa noche es la de hacer coincidir el fuego con la pirotécnica, la de celebrar la fiesta en comunidad, en el exterior y de manera espontánea. La tradición manda llevar a cabo el primer baño nocturno del verano, a modo de baño purificador.